Las autoridades de la Unión Europea han aprobado la imposición de aranceles con el objetivo de proteger a los fabricantes de automóviles de la región frente a lo que consideran prácticas comerciales desleales por parte de China.
Esta decisión afecta a miles de millones de dólares en comercio entre dos de las mayores potencias económicas del mundo. Además, revela las dificultades a las que se enfrenta la Unión Europea al intentar equilibrar los intereses contradictorios de sus miembros. Algunos de ellos consideran a China un socio esencial, mientras que otros lo ven como un competidor peligroso.
Los aranceles impuestos son mucho más bajos que los gravámenes del 100% establecidos por Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, según los analistas, esta medida refleja la voluntad de Europa de acercarse a Washington, adoptando una postura más firme frente a China, pero sin cerrar por completo las puertas a Pekín.
Según Noah Barkin, investigador principal del German Marshall Fund especializado en las relaciones entre Europa y China, el voto “envía una señal de que está surgiendo un consenso en Europa de que es necesario un mayor rechazo a China en el frente económico”.
Los aranceles, que entrarán en vigor el 31 de octubre y durarán cinco años, pueden llegar hasta el 45%. No obstante, tanto las autoridades europeas como las chinas han indicado que las negociaciones continúan para alcanzar un acuerdo que aborde las preocupaciones de Bruselas sobre las ventajas injustas de las que disfrutan los fabricantes de automóviles chinos.
“La UE y China siguen trabajando intensamente para explorar una solución alternativa”, declaró la Comisión Europea en un comunicado el viernes, añadiendo que cualquier acuerdo deberá cumplir con las normas establecidas por la Organización Mundial del Comercio.
China, que había hecho lobby en varios países de la UE para que rechazaran los aranceles, criticó la votación el viernes y solicitó que la Comisión Europea retrasara la implementación de las medidas mientras continúan las negociaciones. China es el segundo socio comercial más importante de la UE, después de Estados Unidos.
La Cámara de Comercio China ante la Unión Europea expresó en un comunicado su “profunda decepción con los resultados de la votación y su fuerte descontento con el impulso de la UE hacia medidas proteccionistas”. Argumentó que las ventajas competitivas de los vehículos eléctricos chinos no provienen de subsidios, sino de una cadena de suministro que se ha desarrollado a través de una competencia feroz dentro del propio país.
Por su parte, las autoridades europeas han señalado que los aranceles podrían cancelarse o incluso revertirse una vez implementados, en caso de que se llegue a un acuerdo con China que responda a las preocupaciones sobre ventajas desleales.
La administración de Biden ha expresado su preocupación por el riesgo que suponen los coches y camiones chinos conectados a internet, ya que sus sistemas operativos podrían enviar información sensible a Pekín. Sin embargo, en Europa la principal preocupación radica en la protección de su industria automotriz. El año pasado, esta industria generó 13,8 millones de empleos y representó el 7% de la producción económica de la región.
En Alemania, uno de los cinco países que votaron en contra de los aranceles, tanto los fabricantes de automóviles como el gobierno temen que esta medida pueda desencadenar una guerra comercial con China. Las tres mayores empresas automovilísticas alemanas —BMW, Mercedes-Benz y Volkswagen— tienen grandes inversiones en China.
Otros, en cambio, consideran que la medida alentará a las empresas chinas a trasladar su producción a Europa, lo que crearía empleos para los ciudadanos de la UE y aportaría su experiencia al continente.
Varias compañías chinas, como Chery y Leapmotor, ya han establecido empresas conjuntas con fabricantes de automóviles europeos con la intención de producir vehículos en la región. BYD, el mayor fabricante de automóviles de China, está acelerando los planes para construir su primera fábrica en Europa, y trabaja con distribuidores en más de una docena de países europeos para ofrecer modelos eléctricos e híbridos